Amor acompañado de sabiduría
“El amor eterno…
… dura tres meses”.
Autor desconocido
Crecí en un hogar común y corriente, de los que hoy en día llaman “disfuncionales”, como si fueran algo “nuevo”. La relación entre mis padres fue muy compleja, es todo lo que diré. Y acoto esto porque el referente en este aspecto de la vida es significativo desde temprana edad. Contar con un consejero o con apoyo de salud mental en cada escuela, como sucede hoy en día, no era algo a lo que uno volteaba a buscar (tampoco lo ofrecían en muchas escuelas) para solicitar algo de apoyo a ver si se superaba la falta de entendimiento a los acontecimientos. El punto es que mi referente estaba saturado de confusión, y ya de adulta así pasé por mucho tiempo: confundida sobre la apreciación y el valor de la pareja, planteándome un nivel alto de independencia, porque la interdependencia era algo que no conocía y la co-dependencia me espantaba. Y no importaba si a mi alrededor habían otros referentes, un poco mas consistentes, yo no lograba sentirme identificada. Hasta que un día… Conocí a Ole y a Hannah Nydahl, el espejo que buscaba llegó.
Cuando buscas a un maestro entre Lamas budistas, ellos te instan a que los evalúes, desde muchos aspectos, porque a futuro es muy probable que termines pareciéndote mucho a él/ella/ellos. Ole y Hannah fueron los primeros Lamas con los que tuve contacto en esta vida de manera consciente. Es mucho lo que quisiera compartir y decir de ellos. En un principio aprendí de ellos dos máximas: “Confianza”, que fue una de sus primeras lecciones cuando comenzaron su travesía en el budismo, y concentrarnos en lo que es “útil y de beneficio”, importante si queremos generar méritos e impresiones positivas. Obviamente, sus enseñanzas son muy extensas, pero estas dos enseñanzas son prioritarias para mi.
Ole y Hannah(1) se casaron jóvenes y desde entonces recorrieron el mundo entero apoyando a grupos de meditación a desarrollarse y a impartir enseñanzas budistas, de la mano de otros altos Lamas. Y hoy he querido referirme a ellos porque de ellos aprendí a reconocer el valor del amor de pareja de una forma diferente: “libre de emociones perturbadoras”; un amor así no es común, esto es aplicable a personas con mucha trayectoria entrenándose en el manejo emocional. Verlos juntos era como estar en otro mundo, dentro de un campo magnético en donde todo se sentía en equilibrio, realmente me cuesta describir esa sensación, tener los pies en la tierra y a la vez sentirse como si flotaras, focalizados con plena precisión. Siempre que estaban juntos transmitían armonía, se complementaban de una forma tal que todo fluía fácil y con suavidad, a la vez que cada uno era tan diferente al otro. Ellos siempre cargaban su equipaje, literalmente hablando, porque como maestros ellos tenían el compromiso de ser consistentes al aplicar sus enseñanzas. Hannah era como percibir a una pluma, liviana, delicada, pero fuerte, capaz de resistir, metafóricamente hablando, los embates del viento. Hannah ha sido de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida, en todos los sentidos, suave, compasiva e inteligentísima, ella no paraba de trabajar, era inagotable a la vez que siempre transmitía calma. Durante muchos años me pregunté por qué ella era así. Mi pregunta tuvo su respuesta cuando conocí a Shamar, otro de nuestros Lamas; verlo fue verla a ella. Así es, sí, con el pasar de los años, uno terminará pareciéndose mucho a su maestro, y para muestra, Hannah. Ole y Hannah han sido para mí el digno ejemplo de lo que es el amor en pareja, amor sano, libre de toxinas y capaz de alcanzar lo ilimitado. Yo crecí viendo el ejemplo contrario en mis padres, que no viene ahora al caso, y por eso verlos a ellos, fue tan significativo, pude de alguna manera, modificar mis referentes a niveles profundos y, a la vez, tratar de comprender mejor a mis referentes más cercanos, porque mis padres no han sido una coincidencia, yo los escogí, así que es mucho lo que en realidad he tenido que revisarme a mi misma.
Luego que Hannah falleció, Ole continuó dando enseñanzas como siempre, pero yo confieso que su partida marcó algo profundo en mí. Perdí a la mitad de mi maestro, porque para mí no era Ole o Hannah por separado, eran ambos juntos lo que me hicieron posible todos esos clics. Los años siguen pasando e inescrutablemente sigo sintiendo que me hace falta, que no fue suficiente, por eso, como parte de sus primeras enseñanza procuro siempre tener presente “aprovechar al máximo cada situación, cada oportunidad” porque nunca se sabe cuando cambian las condiciones y, aunque el apego me siga dando que hacer, al menos que no quede arrepentimiento que pude hacer “mas”.
Lo que quiero multiplicar:
Por una parte, que hay dos máximas que quisiera que todos replicaran, obviamente, me refiero a las dos primeras lecciones que recibí de mis Lamas, Ole y Hannah, y las quiero multiplicar: vivir desde la confianza y concentrarnos en lo que es útil y de beneficio. Seguidamente, el valor de la pareja, para quienes estén en busca de alguna, y buscar de manera consciente para encontrar a alguien significativo, con quien poder consolidar una relación, por el tiempo que sea, interdependiente y complementaria, en la que el amor contribuya a crecer y a ser mejor. Lo dejaré hasta aquí, porque ellos han sido tanto que esta lista podría ser realmente extensa.
Hoy en día, Lama Ole está casado con Anne, ella es hermosa, amorosa, compasiva… una Dakini con todo. Verlos juntos es sumamente inspirador. ¡Chapeau!
Ole y Hannah
Notas:
1) Hannah falleció hace ya varios años.