Dándole sentido a la vida a través de la muerte
“La última camisa no tiene bolsillo.”
Proverbio danés
Estamos hoy aquí, mañana puede que ya no, o quizás en tan solo un rato. Nacemos para morir, pero en el camino de nuestra vida vamos concibiendo acciones y pensamientos con el más puro deseo o sensación que vamos a permanecer, y ¿por qué no? querer ser recordados más allá del tiempo, superando distancias, queriendo llegar lejos, sobre todo cuando nuestros afectos se han alejado y repartido por este planeta tan grande y tan pequeño a la vez. Y deseando que, quizás, aún cuando ya no estemos, nuestros afectos, aquellos que queden, pero que también desaparecerán algún día, nos sigan dando vida en sus corazones, en sus memorias, y si la fortuna se hace eco de la causa de algún ser en particular, pueda que la fama lo alcance, y se vuelva el afecto de muchos, dejando huellas en masas y pudiendo ser recordado en un mundo que también desaparecerá cuando se apague la luz.
En su libro El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte, Sogyal Rinpoche comienza con “La Muerte” en un capitulo colmado de significado. ¿Por qué alguien comenzaría un libro sobre la última faceta de la vida: su fin? – y explico para quienes no sepan de Budismo. El proceso de La Muerte es sumamente importante en el budismo, lo mantienen muy presente durante toda su vida, porque es durante el proceso de la muerte que van a aflorar todas la impresiones acumuladas en vida, incluyendo nuestras vidas pasadas.
En ese momento experimentaremos todo nuestro Karma, que es, simplemente, las consecuencias de nuestros pensamientos y acciones, aunque en realidad para nada simple. Impresiones que, adicionalmente, van a determinar las condiciones que prevalecerán para una próxima reencarnación. El tener esto presente, nos permite reflexionar sobre que impresiones queremos experimentar al momento de morir, y es que si de reencarnar se trata vamos a desear contar con muchísimas impresiones positivas para garantizarnos condiciones óptimas en nuestra próxima vida. Eso sí, en toda acción es la “motivación”, palabra muy importante, la que va a determinar si se cumple o no. La motivación debe ser genuina, auténtica, para que se cumpla. Lo explicaré mejor con un breve ejemplo:
Hace unos años una tía contaba que fue testigo de un accidente que tuvo un venado, el animal se encontraba muy mal herido, se quejaba, estaba muriéndose y mientras yacía tirado en el suelo la gente se acercaba y se quedaban viendo como sufría, sin hacer nada más que “ver”. De un momento a otro apareció un señor y le disparó a morir, impactando a todos. La motivación de aquel señor fue genuina: evitar que el animalito siguiera sufriendo.
Cuando fallecemos comienza un proceso muy complejo, que no voy a describir en detalle porque no es un objetivo multiplicador en este momento, pero para quien desee profundizar en el tema recomiendo el artículo escrito por Lopon Tsechu Rinpoche, “El proceso de la muerte y como enfrentarlo”(1).
Y lo que quiero multiplicar:
Es que todos reflexionemos hacia dónde vamos y qué sentido, valor y significado queremos darle a nuestra vida y nos instemos a emprender acciones positivas genuinas y generosas de corazón. Ver la vida como nuestra película personal y ¿qué final le queremos dar? Pero para llegar al final hay toda una trama que dilucidar, un guión que toca redactar y es usted el autor de la obra.
1) Lopon Tsechu Rinpoche: “El proceso de la muerte y como enfrentarlo”. Revista Budismo Hoy. El linaje Karma Kayu en el mundo hispano. Número 6/Verano 2003.

Memento mori
ResponderBorrarAlgo así, pero también: memento vivere ;-)
ResponderBorrar